Reforestación PerVida

Plantación Bosque de Navidad

PerVida 22 de diciembre 2018 – Meiling Colorado

Solsticio de invierno.

Tiempo de reflexión, de hibernación, de valorar las experiencias vividas a lo largo del año.

Desde que llegamos a PerVida a principios de agosto el ritmo a nivel personal y social ha sido bastante vertiginoso. Afortunadamente vienen tiempos más tranquilos, aunque solo sea durante unos pocos días por motivo de las fiestas, y nos planteamos cómo agradecer al sitio y a la comunidad esta oportunidad de vivir y disfrutar, al tiempo que convertimos este proyecto en realidad.

Teniendo en cuenta las necesidades específicas del lugar, la erosión de sus suelos, el reto de cómo gestionar el agua de lluvia y la escorrentía, y el proyecto de autosuficiencia que se está llevando a cabo en PerVida, hemos decidido combinar zanjas de infiltración con la plantación de árboles porque como comentamos en el módulo del Curso de Diseño en Permacultura sobre Suelos, Clima y Bosques…el Agua no viene del cielo, viene del Suelo.

Y el Agua es Vida.

En esto estamos, diseño de Permacultura en mano, observando, identificando las fugas en el sistema y buscando la manera de cerrar ciclos. Si nuestros suelos están yermos y desestructurados no tendrán la capacidad de absorber y almacenar agua, la cual en su ciclo natural sería traída a la superficie por raíces, plantas y árboles, para volver a caer sobre nosotros como una bendición, la lluvia.

Así pues, el pasado sábado 22 de diciembre rompimos con la tradición de cortar árboles de Navidad para plantar el comienzo de lo queremos sea un vergel o bosque comestible, y abrimos las puertas para celebrar tantas cosas buenas, solsticio, comunidad ¡y Vida!

A partir de las 11 de la mañana empezó a llegar un montón de buena gente, armados con alegría todos, y algunos como Natacha y Vera, incluso con plantas y árboles que plantamos también. El primer día de invierno, y el tiempo nos regaló un día espectacular, soleado y sin viento. Las primeras conversaciones alrededor del café y té matutino sacan a la luz la belleza y diversidad de este tapiz que llamamos comunidad, cuyas hebras, brillantes, diferentes y coloridas, se entrelazan creando el apoyo que nos capacita para afrontar los retos que nos trae este cambio de paradigma que estamos viviendo. Entre risas, conocimiento compartido y muchas manos, pasamos una hermosa mañana. La comida nos recuerda que los alimentos también tienen un ciclo, vital para la buena salud del individuo y la comunidad, y pudimos disfrutar de un auténtico festín gracias a la abundancia que genera el compartir.

Muchas gracias a todos los participantes por hacer de este día algo tan especial. Agradecer también a los muy sufridos hombres de mi familia, Eddie Brown y Eddie Junior, sin los cuales no se hubiera podido llevar a cabo.

El atardecer nos trajo paz, la sensación de haber puesto nuestro granito de arena en la creación de un mundo mejor y el dulce sabor de boca de saber que por un día formamos parte de algo mucho más grande: árboles que darán sombra y cobijo a un sinfín de biodiversidad, raíces que apoyarán la estructura del suelo y promoverán una buena y natural gestión del agua en el paisaje, y un tejido comunitario que nos llena de esperanza para el futuro. Cosas que perdurarán en el futuro y formarán parte del relato y la realidad de futuras generaciones.

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